-Venezuela ha visto reducir sus exportaciones de petróleo un 27% en el julio según datos de Refinitiv Eikon, mes en el que se produjeron 460.323 barriles de crudo y 252.000 toneladas métricas de coque de petróleo y metanol al día, un 38% menos que hace un año.

-El precio del barril de petróleo de la OPEP ha aumentado un 45,09% hasta situarse en torno a los 100 dólares.

-Sanciones internacionales, expropiaciones, cortes de energía y la centralización de la producción parecen ser algunas de las causas en el declive del petróleo bolivariano.

La que antaño fuera una de las joyas de la corona del país venezolano: la industria petrolera, viene reflejando un decrecimiento en su ritmo y capacidad de extracción del material desde hace ya varios años. Una pérdida de capacidad en torno a un commoditie que surge en los últimos meses como una de las herramientas imprescindibles para que la región latinoamericana recupere los niveles de riqueza prepandémicos.

Venezuela ha visto reducir sus exportaciones de petróleo un 27% en el julio según datos de Refinitiv Eikon, en un momento en que los mercados internacionales se encuentran al acecho de cualquier remesa adicional del material que sea capaz de aliviar la estrechez de un mercado en alza. En concreto, durante el citado mes se produjeron 460.323 barriles de crudo al día, así como 252.000 toneladas métricas de coque de petróleo y metanol, según los datos de Reuters, lo que supone un descenso del 38% respecto a los niveles de julio de 2021. Producción dirigida mayoritariamente a China de forma directa o mediante centros de transbordo como Malasia.

¿Problemas internos?

Fue el pasado julio cuando Diosdado Cabello, considerado uno de los hombres más poderosos de Venezuela, afirmó que su país podría convertirse en proveedor de combustibles para Europa, si no fuera por las sanciones financieras que le impiden llevar a cabo operaciones a gran escala como esta.

Lo que no anunció fueron los rendimientos decrecientes que viene sufriendo Venezuela en torno a la industria del crudo, que en los últimos años no ha hecho sino disminuir los niveles de producción, reflejando un claro contraste entre las grandes declaraciones políticas realizadas en torno a ella y la realidad. En cierta forma, esta pérdida de capacidad extractiva provoca, cada vez más, un mayor coste de oportunidad ya que en los últimos doce meses, el precio del barril de petróleo de la OPEP ha aumentado un 45,09% hasta situarse en torno a los 100 dólares: es decir, no sólo se sufren reducciones de producción sino que el beneficio no atesorado derivado de no producir a un nivel óptimo es cada vez mayor.

Hay quienes señalan las sanciones estadounidenses y europeas como principales causantes del avejentamiento de la industria petrolera del país, cuyo buque insignia es la compañía estatal PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.). Otros, en cambio, apuntan a la labor de un gobierno que durante más de 20 años apenas ha invertido en el sector, anquilosando lo que hace años era una de las industrias más punteras del subcontinente. Lo cierto es que, hoy por hoy, los hidrocarburos de PDVSA empiezan a tener presencia en Europa, esta relación fue reanudada el pasado mes de julio, después de que el gobierno de Biden permitiera a Europa (concretamente a las empresas Repsol y Eni, española e italiana respectivamente, junto a la estadounidense Chevron, que se encuentra también en la ecuación pero con un entorno de actuación distinto) comenzar a enviar petróleo venezolano al viejo continente para compensar el veto al crudo ruso. Todo en un entorno general de acercamiento político entre los Estados Unidos y la nación que alberga más reservas de petróleo en todo el mundo, Venezuela. Un acercamiento impuesto en gran medida por la guerra del este de Europa (así como por los últimos movimientos a orillas de Taiwan) pero que, a despecho de sus causas, poco a poco va fraguando lo que puede llegar a convertirse en alianza.

Causas del decrecimiento

Más allá de las sanciones, se puede decir que una de las causas del encarecimiento de la extracción petrolera en el país bolivariano tiene que ver con su propia economía: la depauperización del bolívar encarece muchísimo cualquier transacción internacional que pretenda hacer el país venezolano, ya que muchas de estas transacciones se realizan con el dólar como moneda. Esto influye a la industria del crudo, por ejemplo, a la hora de importar barriles de diluyente, un elemento esencial para transformar el petróleo pesado producido en el sur del país en algo realmente útil.

Según The Wall Street Journal, algunos de los trabajadores del sector, como los de Punta de Mata, una de las regiones más ricas del país, atribuyen el descenso en la producción a las expropiaciones del gobierno, la corrupción y el colapso de los salarios. Y es que empresas internacionales como Schlumberger Ltd, Halliburton Co o Baker Hugues eran las empresas encargadas de perforar los yacimientos de Punta de Mata pero hace años que todas estas firmas hicieron las maletas, afectadas por las pérdidas tras el impago del Estado o la expropiación de sus activos en el país. Se puede decir que, frente al panorama de hace unos años, hoy en día el sector petrolero de Venezuela se presenta mucho más nacionalizado, mucho más centralizado en las manos de los políticos de Caracas. Así, la producción de territorios como el del norte de Monagas se desplomó dos tercios durante el último decenio.

Por otra parte, según los propios documentos internos de PDVSA, un factor de importancia creciente en torno al problema son los cortes que interrumpen el suministro de energía y gas que ha de recibir la empresa energética para llevar a cabo su actividad habitual.

Por último, la centralización política parece tener su réplica en el área de la producción, un aspecto de la industria que con el tiempo se ha traducido en una reducción en el número de infraestructuras extractivas que deja en una posición mucho más vulnerable a la industria bolivariana frente a accidentes (sabotajes según el gobierno presidido por Maduro): según uno de los últimos reportes mensuales (MOMR) de la OPEP, la producción de crudo de Venezuela se mantuvo en junio con sólo tres plataformas en funcionamiento, frente a las 25 de 2019.